El presidente de Volkswagen, la empresa automotriz alemana que vende más vehículos en el planeta, reconoció haber intervenido motores diesel de algunos autos para poder sortear con éxito las pruebas de emisiones en los Estados Unidos, en lo que se ha convertido en uno de los mayores escándalos empresariales del año y cuyas consecuencias están aún en desarrollo.
Director Jurídico Prelafit Compliance
El sistema fraudulento permitía al computador detectar las pruebas de emisiones activando un sistema de inyección distinto al modo habitual de funcionamiento del vehículo. El eslogan de la marca rezaba irónicamente “TDI aire limpio”
Varias son las reflexiones que nos permite el caso Volkswagen (VW) en temas de ética empresarial y programas de cumplimiento.
A menudo observamos que la administración de las empresas parece más preocupada de la imputación penal a sus directores, gerentes y ejecutivos, incluso a la misma persona jurídica, que del daño reputacional o daño al prestigio de la marca ocasionado por verse involucrada en hechos de corrupción. La verdad es que desde el punto del negocio, el riesgo de perder la imagen de marca puede ser catastrófico y significar una condena de muerte para la empresa. En efecto, sólo el día en que se hizo público el escándalo VW perdió más de un 20% de su valor patrimonial bursátil. Los días posteriores las pérdidas se han agudizado.
Cabe enfatizar que el corazón de todo sistema preventivo es el estándar ético empresarial. Por supuesto que siempre será importante diseñar un buen modelo de prevención que contemple, al menos, la existencia de un ejecutivo responsable a cargo del tema, el compliance officer, con medios y facultades; instrucciones a los empleados para evitar incurrir en conductas inapropiadas; un mapa de riesgos que establezca los controles pertinentes; canales de denuncia y protección del whistleblower o denunciante. Sin embargo, de poco servirá si el programa de cumplimiento no guarda armonía con la manera en que se conducen los negocios desde arriba hacia abajo. Sin duda una empresa puede tener un programa impecable desde el punto de vista formal, pero si los dueños se empeñan en vulnerar los controles diseñados, el programa se torna ineficaz.
Otro tema que resulta fundamental y del que poco se habla es la medición y análisis de las señales o evidencias del modelo de prevención. Un incremento en las denuncias anónimas, por ejemplo, puede significar que existe temor a las represalias. Y el monitoreo de Twitter, Facebook o sitios web de reclamos y la velocidad de respuesta a las quejas de clientes, nos pueden dar una buena idea respecto del cumplimiento de la ley y de las normas autoimpuestas en el modelo de prevención.
En suma, no basta con tener un bonito manual. De hecho Volkswagen lo tenía y también lo tenían las empresas chilenas cuestionadas por financiamiento ilegal de la política. No basta con parecer correctos, hay que serlo y además hay que evaluar constantemente si efectivamente creemos que los somos y si los terceros, ya sean proveedores o clientes, piensan de la misma forma. A fin de cuentas la ética no es otra cosa que el esfuerzo por deliberar si lo que es está a la altura de lo que debe ser.
Rodrigo Reyes Duarte, Director Jurídico Prelafit Compliance.